martes, 29 de abril de 2008

Demasiados datos para una mente tan pequeña

En inevitable. Una abre la puerta de la oficina, con la almohada todavía pegada a la cara y ve los números rojos del contestador: 11 mensajes nuevos. Situación que yo calificaría, como mínimo, de curiosa, porque es lunes a las 9 de la mañana, y el sábado nadie había llamado.
¿Habrá gente que piensa que atendemos los domingos? ¿O que piensa que abrimos a las seis y media de la mañana? ¿Nadie conoce el famoso "horario de oficina"?
Ok, digo, que esperen. Tengo derecho a, al menos, prender la luz, subir la persiana y poner a calentar el café.
Claro, no contaba con la inagotable insistencia de los susodichos: no termino de sacarme el abrigo, cuando escucho el fatídico sonido del teléfono.
De ahora en más, los protagonistas de esta escena serán: yo (yo) y la Persona Desquiciada Insoportable (PDI).



Yo: -Buenos días?

PDI: -Hooolaaaa síííí... quería saber qué días atiende la licenciada.

Yo: -Martes y jueves, por la tarde.

PDI: -Ahhhhh!!!!!.......... -(su diminuto cerebro trabaja unos instantes) - ¿Podría hablar con ella?
(recordemos que es lunes bien temprano)

Yo:-No, la licenciada no se encuentra. ¿Quiere dejarle algún mensaje?

PDI: -Ehhhh................ no, eh..... yo lo quería era... bueno, por un tema..... de..... porque a mi me deriva el Doctor Brusman... Brucman? Puede ser? -(sin dar tiempo a contestarle que se llama BUDMAN, DOCTOR BUDMAN, POR DIOS!!) - y el doctor Bruimans me dijo, claro, me recomendó.... tengo la órden, eh! -se ataja, se imagina que sin ese papelito no tengo por qué seguir escuchando- y me dijo que llame acá... me puede dar un turno, señorita?!
(Esta última frase la dice en tono enojado, como para que una no pueda quejarse de chachara inútil).

Yo:-Podría ser el jueves a las 17 horas.

PDI:-Ahh.. no, imposible. ¿El miércoles?

Yo:-No, la Licenciada viene martes y jueves por la tarde.

PDI:-Ahhhhh......... claro... lo que pasa es que yo trabajo, y no llego esos días desde el centro, porque además los trenes andan muy mal, y no puedo irme antes del trabajo (completese la frase con unos diez renglones de explicación que no me importa y que no cambian en absoluto la situación)... ¿no puede ser el viernes bien temprano?

Yo:-No, la Licenciada viene martes y jueves por la tarde.

PDI (imacientándose): -Bueno, pero ¿no puede ser el martes por la mañana?

Yo: -No, la Licenciada viene martes y jueves por la tarde.

PDI: -¿Y los sábados? ¿los domingos? ¿un lunes a las cuatro de la mañana?

Yo: -No, la licenciada viene...

jueves, 24 de abril de 2008

sincericidio I

Sinceremos, a mí me gusta mi trabajo. Yo lo elegí. Sí. Mi sueldo es genial. Estoy en blanco en el Estado. Genial. Que no se mal interprete. Acá aprendo un montón, cosas de las cuales la UBA se ha ido olvidando de incluir en los programas.
Pero, y de ahí que yo también pueda subir cosas a este blog, yo tengo una vida a demás de las oficinas color burocracia.
Tengo una militancia a la que le doy, prácticamente, mi vida; una revista que quiero con el alma; por lo menos una hora y media de yoga a la semana, sino, mi espalda se jubila; una familia enorme; una compañera con la que quiero pasar todas las noches de mi vida; amigxs con vidas complejas y a quienes les dedico todos mis oídos.
Y, a demás, soy estudiante universitaria.
Como se imaginarán, no es que en Parque Chas el tiempo no es gregoriano y se hace un chicle enorme. Una duerme, siempre, unas horitas menos de lo que le gustaría. Y, en general, una se queda dormida. Entonces, hace lo propio: desayuna en la oficina.
Sin embargo, es infalible: cada día que llego al despacho a las 9 hay mensajes en el contestador, la gente de maestranza se desespera por entrar a limpiar (no, señora, no, a mí no me molesta la miguita en el piso a las 9, a las 9:15 pretendo que haya más miguitas) y varios papeles con los que algo voy a tener que hacer.
Decido ignorar todo por cinco minutos y hacer mate. Clavado que en ese minuto en el que cargo el termo y prendo la computadora, llama alguien.
Alguien que (como la maquinaria estatal también fue vaciada con los milicos y Menem) llega a estas oficinas buscando trabajadorxs sociales, y claro, se encuentran con legisladorxs que no pueden satisfacer sus necesidades básicas.
Entonces, el lunes va a volver a llamar esta gente y yo voy a volver a darles el número de un grupo de asistentxs sociales y van a volver a decirme "no, son todas monjas viejas, esas" y yo, encima de que no voy a poder terminar mi desayuno, sí, sí, sí, voy a sentir culpa.
No, gente, yo entiendo el vaciamiento, las ganas de laburar, la neurosis que nos impide vivir si hay una miguita en el piso, pero ahora, justo ahora, no: estoy desayunando (que, como dice mi abuela, es la comida más importante del día y las bobes son sagradas).

miércoles, 23 de abril de 2008

Para cuándo un poco de criterio

No. Señor, señora: no soy su terapeuta. Es hora de que lo sepan.
No me interesa que el horario en el que deben venir coincide fatalmente con el almuerzo para festejar los 80 de la tía Betty.
¿En la oficina anterior no le avisaron que tenía que traer estos papeles? Lo siento, porque su insistencia me hace perder el tiempo: yo no puedo hacer nada. Soy una EM-PLE-A-DA.
¿Qué le hace pensar que llamar a las ocho y media de la mañana sirve para algo? ¿No es obvio que a esa hora ni siquiera nos levantamos?

De ese fastidio crónico que todo aquel que no tiene nada que hace pude producir cuando se impone molestar al prójimo como cruzada, nace este blog. No es novedad escuchar hablar y quejarse a la gente: me dijo mal la documentación necesaria, nunca atienden, tienen poca voluntad.
Pero, sinceramente, ¿nadie pensó nunca que todo eso puede ser producto de una necesidad inexplicable que mucha gente tiene de hinchar las pelotas?

Consultorios, oficinas estatales, son el lugar fatídico donde día a día millones de personas creen encontrar una confidente. No confundir los tantos: son secretarias, no están calificadas para recetarle psicofármacos para su neurosis obsesiva.
Vuelva a la cama. Lea el diario. Haga sus llamados y trámites a una hora normal.
No son horas de llamar. Nadie lo va a atender. Ahora no: estamos desayunando.