miércoles, 21 de mayo de 2008

La Quejosa

De las, pongámosle, 60, 70 personas que pueden llegar a pasar por este consultorio en un día de máxima actividad, con todas las variedades y tipos, hay algunos personajes que son ya una especie de clásico.
De ahora en adelante, vamos a hacer cada tanto una breve descripción de la Fauna que circula por estos pasillos.


La quejosa es un caso típico. Es esa señora que como nunca tuvo una experiencia cercana con una psicóloga, que de chica sufrió la falta de atención paterna porque eran 11 hermanos, o lo que sea, piensa que yo tengo que escuchar todos sus problemas, dolencias y quejas, todo en un tono terrible, como si le estuviesen retorciendo un cuchillo en el estómago, o hubiese muerto su madre.
Esta persona insoportable sabe que nadie en su sano juicio tolera ese tonito sufrido más de cinco minutos, y usa esa táctica para todo lo imaginable.
Desde justificar que llego una hora después e igual hay que atenderla hasta pretender no pagar lo que corresponde, pasando por exigir ver a tal o cuál médico, elegir horarios inexistentes, imponer un sobre turno, etc.

La situación que vivo a diario es siempre muy parecida.
Comienza cuando La Quejosa llama, cerca de las ocho de la mañana. Con su tono lastimoso, pero siempre con una amabilidad increíble (no sea cosa que tengamos una excusa para no acceder a sus deseos) me explica miles e cosas que no me interesan y pasa a pedirme algo. Porque siempre pide algo.

Yo: -Consultorio, buenos días.

La Quejosa: -Sííí.. señorita? Yo soy la señora M..., quería saber si me podrían dar un turno...

Nótese que La Quejosa:
a) supone que una conoce los nombres de todos los pacientes que alguna vez atendieron cada uno de los médicos que trabaja acá.
b)supone que una sabe para que especialidad quiere ella ese horario.

Igual, yo ya me imagino. Los pacientes malcriados suelen ser de una sola persona. Por las dudas, lo confirmo.

Yo: -¿Para qué especialidad?

La Quejosa: -Ahhh.. para el Dr. B. Yo soy paciente de él. Bueno, en realidad hace mucho que no lo veo, pero él me operó hace algunos años, de el codo, porque yo tenía...

Yo: -Ajá. Bueno, podría ser el ... a las 17 horas? (Digamos que le ofrezco hora para la semana que viene)

La Quejosa: -AYYYYYY TAN TARDE????????? No habrá alguna posibilidad de que lo pueda ver antes? Porque yo le explico señorita: el doctor me operó del codo, yo me hago un control una vez por año, pero ahora tengo un problema, que es que me duele mucho el tobillo, lo tengo hinchado, casi no puedo caminar. Yo me pongo hielo, y dejo el pie para arriba, pero ya es una cosa muy dolorosa y no se que hacer.

Claro. Se me podrá decir que no tengo piedad. Que la señora seguramente es muy mayor, y seguramente le duele mucho y seguramente si no accede a esperar hasta la próxima semana debe ser porque verdaderamente está muy mal. Que cualquiera puede tener una emergencia, que yo debería tener un poco de consideración. Sí. Es cierto. Yo pensaba lo mismo al principio, pero cuando me di cuenta de que esta situación se repetía todo los días me empecé a cansar. Además, ¿dónde se vio que uno tenga una emergencia médica y pretenda, no solo elegir con quién hacerse ver, sino también el horario? ¿A quién se le ocurre? ¿No era una emergencia? ¡Que se vaya a una guardia! ¡O que pare de mentir!

Yo: -Claro. Lo que pasa es que el doctor tiene los turnos completos, hasta el día que le dije.

La Quejosa: -Sí sí, pero lo que pasa es que es una emergencia.

Yo: -Bueno, si quiere le puedo ofrecer un turno para hoy con alguno de los médicos del equipo.

La Quejosa: -NO. NONONO. Tiene que ser con el Doctor B. porque el ya me conoce, ya sabe lo que me pasa.

Yo: -Claro, pero no tengo turnos disponibles.

La Quejosa (con su voz más melosa): -No, claro, yo entiendo, pero pensé que tal vez podía ser como yo a veces veo que pasa, y me podía dar un sobre turno....

Yo: -No, lamentablemente yo no puedo citar más gente.

La Quejosa: -Sí sí, pero como yo a veces voy y veo que hay gente que va sin turno...

Yo: -Sí, pero esas son personas que cita el doctor, no turnos que yo invento.

La Quejosa: -Ayyy señorita, pero, ¿no podrá hacer una excepción? ¡Es una emergencia!

Yo: -No señora. Lo único que le puedo ofrecer es que llame a la hora que llega el doctor y hablar directamente con él, a ver que le dice.

Ahí empieza la segunda fase. La Quejosa llama, habla con el médico, y él, que no tiene ni idea de cantidad de gente que hay citada le dice que venga al día siguiente. Total, la que se vuelve loca soy yo.
Pero no importa. Yo anoto en el cuaderno: "señora insoportable, viene mañana sin turno a las dos de la tarde".
Al día siguiente, cuando una ya se olvidó del molesto incidente, atiende el teléfono. Claro, es ella otra vez. ¿Qué quiere ahora? Explicarme que su nietita sale del colegio y se le re complica (¿entonces para qué mierda dijo que podía? ¿eh?), que ella vive lejos, que su marido no la puede llevar, que el transporte público, que el plomero que va justo a esa hora, que el clima (si llueve porque llueve, si hay sol porque hace calor), y que, en resumen, quiere saber si no puede venir un poco más tarde.
A ver: se le hace el favor de atenderla sin turno, en detrimento de mi salud mental y del tiempo de la gente que sí tuvo la decencia de pedir hora con anticipación y que no tiene por qué esperar de más por culpa de una desubicada total que se cree que porque tiene más años que nadie posee el derecho divino de pasar por encima de todo el mundo y encima pretende elegir en qué momento de la tarde aparecer su cuerpo frente a mi escritorio.
Se le dice que no. Que se hizo una excepción, que el doctor no puede atenderla en otro momento. Y ella, hipócrita, finge con toda amabilidad acatar mis indicaciones.
Pero esa tarde no llega ni a las dos, ni a las dos y media. Se aparece muy oronda a las cinco de la tarde, justo en el momento menos indicado, cuando hay cinco pacientes esperando.

La Quejosa: -Ayy querida, me vas a tener que entender... yo vivo en Don Torcuato, y se rompió el colectivo...

Acá es donde ya no tolero más la situación. En primer lugar, vivir en Don Torcuato no significa no poder llegar puntual a ningún lado. De hecho, no es tan lejos de San Isidro. Basta con salir un poquito antes del hogar, para prever contratiempos. Y si verdaderamente se descompuso la cafetera que la traía hasta acá, es imposible que se atrase tres (¡tres!) horas. Además, me acuerdo mi paso por el Hospital Provincial del Tórax, donde sacaba sangre desde las siente de la mañana, y la gente llegaba puntual aunque viviese en Polvorines y no tuviese ni plata para viajar.

Yo: -Sí, qué mal. No sé si el doctor va a poder atenderla ahora.

Pero ella ya sabe que va a triunfar. Porque no importa lo que tenga que esperar, pude quedarse con el culo pegado a una silla de la sala de espera todo el tiempo que sea necesario, hasta que ya no quede más nadie, y el médico se vea obligado a hacerla pasar al consultorio. Pensar que ese hombre vio veinte pacientes ese día y tal vez operó a alguien a la mañana y está cansado y quiere irse a dormir, o que por su culpa yo tengo que quedarme más tiempo, o simplemente que lo que hace es una falta de respeto total, es mucho para su cerebro mononeuronal. Y tengamos en cuenta que esta es la misma gente que se queja si el colectivo frena medio metro lejos del cordón de la vereda, si un adolescente dice una mala palabra por la calle o si ve en el noticiero que hay alguna manifestación. Porque esas son todas cosas abominables, pero ella está en todo su derecho de arruinarle la tarde a gente que ni conoce. Total, dice todo con tanta amabilidad que no se le puede recriminar nada, ¿no?

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimada Ofuscada,
He leído su post y una secretaria como usted es lo que en realidad necesito, qué opina?

Soy un profesional a la vieja usanza, de estetoscopio, sierra y cuchillo, nada de especialidades raras...
Porque si este zoológico la altera, pruébese con la clientela de un cirujano plástico!

Atte.-

Anónimo dijo...

Escuchame querida, quejosos hay que aguantar en todas las profesiones, porque quejosos hay en el género humano.

Porque no hablás un poco de las quejosas... secretarias, que en vez de ser víctimas son victimarias, vagas, aburguesadas a dieta de criollo y té?
Un beso.

Blus dijo...

Me pongo de pie!! CLAP CLAP CLAP!!!

Llegué de casualidad a tu blog, y me vas a ver seguido por aquí porque me encantó.

Saludos!

¡Jotapé! dijo...

Muy bueno, me gustó mucho.

матiаs dijo...

hay esa gente existe y no solo así en los consultorios, son así toda la vida!!!

Para anónimo: Y si sos una de esas viejas quejosas, no se, podrías armarte un blog y hablar de las secretarias quejosas, podría ser, no?

Mucha suerte para la semana mi secretaria favorita...

Unknown dijo...

y vos tenes que sonreir aunque te den ganas de pegarle una regia patada en los diente??!!
La verdad te admiro, yo también trabaje como secretaria, y me armaba de paciencia cada vez que salia de mi casa, y aun asi no lograba contener mi temperamento ante situacion similares a la que describiste....
Saludos!!!
y que te garue finito durante la semana!
nos estamos leyndo!

Fucs dijo...

Que viejas de mierda, se creen que tienen el poder de hacer lo que se les canta, y una tiene que conceder como cual genio de lampara magica, a todos y cada uno de sus pedidos. Sigo pensando lo mismo, hay que extinguir a esa raza.

Saludos, Fucs

Jota dijo...

quejosa insoportable
la odio
me hiciste odiarla

Anónimo dijo...

viva mi abuela, carajo!